Los menos, los otros y los más del Paro Cívico

En La Paz: de dos tipos, unos los menos, sin querer hacer las valijas miran de reojo la visa a “miami” les ha visitado algún recuerdo de mala consciencia, se apuran a preguntar si los otros contratados ya llegarán al punto. Estos otros, en evidente laburo ejerciendo el derecho de recibir unos pesos por el esfuerzo de pararse ahí sin necesidad ni obligación de saber por qué lo hacían, bastaba con cumplir la encomienda.

Sin el chantaje docente estudiantil, carecen de masa los menos. Los ediles sabían que el ir y estar bastaba, no necesitaban quedarse. Se notó entonces que el permanecer y luchar son propios de la consciencia de clase.

En Santa Cruz: el ídolo convocó a las masas, a qué y para qué no terminó nunca de aclararse. Había que unirse, habrá otra vez joda decían. Apartarse y mirar desde la “Sede” nunca fue lo apropiado, pero desconocer y mirar a otro lado lo que sucede en el tejido social de la capital cruceña es aceptar lo mediático, el relato de cada tele-meridiano: el gobierno es enemigo de Santa Cruz. Los de siempre anotados en logias, azuzaron en algunas personas esos viejos y falsos discursos: “que el socialismo”, “que el comunismo”, “que el centralismo”, “que se amenaza la libertad”, “que los derechos serán restringidos”, “que otra dictadura habría surgido”. Cambiar esa forma de concepción de nuestra historia y el significado de opresión, de la violencia que ejercen o promueven sus ídolos y que para ellos se debe aceptar nomás, es algo poco menos que imposible. Insistir allá con la conciencia hasta parece necedad.

Cochabamba: a cien metros del punto de bloqueo más significativo, se encuentra el bastión incólume del racismo “cochala”. Si uno busca el mayor símbolo de racismo en esta ciudad (o en otras), seguro que no lo encuentra en alguna triste estatua de “Colón”, sino en su origen, su mecenas: la iglesia católica. Una de ellas es la que está en la zona de Cala Cala, lugar donde se depositaban y se refugiaban con permiso y bendición del cura, los motoqueros que golpearon cobardemente a mujeres campesinas. Otro punto de bloqueo no existió.

Pero hay voces y sentires legítimos en todos los departamentos de nuestro país que rechazan el proyecto de ley, tienen derecho a oponerse estamos en democracia y es que entre los menos hay preocupación, entre ellos se generan cuestionamientos: cómo puede permitirse que se investigue de dónde ha obtenido su familia tanto dinero, cómo pueden quedarse quietos si en esa investigación se desnudarían otros negocios que seguramente tienen, serán públicos esos “bis-nes”, sus privilegios terminarían y no bastará ese persignarse al pasar por una iglesia, no alcanzaría el perdón divino que ofertan las misas de domingo. Los delitos serían delitos y la viveza criolla dejaría de existir, ya no podrían seguir aprovechándose de la informalidad del mercado y de la adecuación a un régimen especial que les permite decir que no tienen, que no hacen y que por eso no declaran impositivamente. Terminarían esos derechos pre-constituidos al evidenciarse evasiones y lavados de dinero así como otras actividades que realizan en estrecha relación con la comisión de otros delitos. Los paraísos fiscales dejarían su anonimato. Barbaridad y media dicen. El tratamiento del proyecto de ley, ha sido suspendida. Sin embargo, hay batallas que no merecen la pena, cambiemos de término, digamos que el proyecto de ley se archivó y ya. No hay motivo para protestar en las calles. Las excusas deben terminar. El 18 de octubre de 2020, se recuperó de las manos de la vocación corrupta de la derecha boliviana el país secuestrado. La democracia ha vuelto.

La baja convocatoria a participar del paro cívico, responde a la necesidad de trabajar del pueblo boliviano, porque los más, tenemos que salir temprano y regresar tarde para obtener ingresos que nos permitan cumplir con las deudas y con el hambre.

Por:

Ariel Percy Molina Pimentel “El Molinario
Abogado y Militante MAS – IPSP
Miembro Colectivo La Vanguardia

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